18/5/10

LOS GENEROS LITERARIOS



Hablamos de 3 géneros literarios, GÉNERO LIRICO, GÉNERO EPICO, GÉNERO DRAMATICO y EL ENSAYO. Éste último se considera como un género, aunque ocupa un lugar intermedio en la literatura.

Genero Lirico

Oda (Del griego, odé, ‘canto’)
Las odas eran originalmente poemas para ser cantados con el acompañamiento de un instrumento musical. De tono elevado, estaba destinada a exaltar la vida de un individuo, a conmemorar un hecho importante o a describir la naturaleza de manera más intelectual que emocional. En Grecia, existían dos tipos de odas: las corales y las cantadas por una sola voz (monodia). Las primeras, elaboradas según los movimientos del coro en el drama griego, tenían una estructura triádica: la estrofa, la antiestrofa y el epodo, este último con ritmo y forma diferente de las dos partes anteriores. El máximo representante de la oda coral es Píndaro, cuya obra incluye 45 odas que conmemoran, entre otras celebraciones, los Juegos Olímpicos. Poetas como el italiano Bernardo Tasso y el español Garcilaso de la Vega buscan imitar a Horacio a través de una fórmula poética que sustituya a la canción petrarquista. Gracias a la influencia de Garcilaso en España se difunde la lira, estrofa de cinco versos endecasílabos y heptasílabos que a su vez origina el surgimiento de formas mixtas como la canción alirada, con variantes que abarcan entre cuatro y nueve versos. Merece citarse la ‘Oda a la vida retirada’ de fray Luis de León. Pero existe otro tipo de estrofa, más próxima a Horacio que la lira de Garcilaso: es el cuarteto-lira, combinación de cuatro versos endecasílabos y heptasílabos con rima cruzada (AbAb) o abrazada (AbbA). Variantes del cuarteto-lira son la estrofa sáfica y la estrofa de la Torre. A la primera pertenece la "Oda Sáfica" de Esteban Manuel de Villegas (1589-1669), cada una de cuyas cinco estrofas abarca tres endecasílabos sáficos (con acento rítmico normalmente en la primera sílaba y forzosos en la 4ª, 8ª y 10ª), sueltos, y un pentasílabo:

"Dulce vecino de la verde selva, / Huésped eterno del abril florido, / Vital aliento de la madre Vénus, / Céfiro blando; / Si de mis ansias el amor supiste, / Tú, que las quejas de mi voz llevaste, / Oye, no temas, y á mi ninfa dile, / Dile que muero."


La estrofa de la Torre deriva su nombre de Francisco de la Torre (siglo XVI) y consta de cuatro versos sin rima, tres endecasílabos y un heptasílabo. Influyó con variantes en autores neoclásicos, románticos y modernistas, entre ellos Gustavo Adolfo Bécquer ("Volverán las oscuras golondrinas"), José Martí, Miguel de Unamuno y Gabriela Mistral.

Entre los poetas contemporáneos autores de odas —y sus variantes— se encuentran Miguel de Unamuno, Pablo Neruda (Alberto Rojas viene volando, Odas elementales), Blas de Otero, Ricardo Molinari, Federico García Lorca y Jorge Luis Borges, quien, en su ‘Oda escrita en 1966’, combina tres estrofas, dos de 10 versos y una de 16, con un terceto que cierra el poema a manera de epodo:

"Nadie es la patria, pero todos lo somos. / Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante, / Ese límpido fuego misterioso".


Himno
Composición con texto de alabanza a una deidad o que expresa sentimientos de fervor religioso o patriótico. Los himnos más antiguos que se conservan son dos ejemplos de la antigua Grecia dedicados al dios Apolo, descubiertos en Delfos, y que datan del siglo II a.C. Otras civilizaciones de la antigüedad como la Asiria, la China, la Egipcia y la India han dejado documentos con algunos himnos aunque no con su música. El canto de himnos dentro del judaísmo y el cristianismo data al menos de la época del Libro bíblico de los Salmos, cuyo nombre en hebreo, Tehillim, significa 'canciones de alabanza'. Sólo se conservan algunas melodías cristianas de canto llano antiguo, la más antigua de las cuales data de alrededor del 300 d.C.

Canción
Texto corto, lírico o narrativo, acompañado de música. La música a menudo reproduce el sentimiento del texto e intenta subrayar su contenido emocional. Suele ser un poema con música. En su acepción moderna, el término canción suele limitarse a las composiciones para una o dos voces, frecuentemente con acompañamiento instrumental. Se distingue de la canción folclórica. Sin embargo, es necesario conocer aquel estilo para indicar el trasfondo sobre el que se desarrollaron las formas más complejas. Las canciones folclóricas son básicamente composiciones comunales. En Occidente invariablemente están forjadas en formas de repeticiones de versos como la balada, en la que se usa una única melodía una y otra vez para poner música a una serie de estrofas de versos.

Fragmento de Así te quiero yo.
(Erasmo Ceballos-Jorge Solís)
Así te quiero yo / con el más puro amor / con el más puro amor / Así te quiero yo / con el más puro amor / eso siente por ti / mi sincero corazón. / También dudas de mi / quizás tengas razón / por que a ti te han pagado / te han pagado con traición. /


Cantata
En música, composición vocal con acompañamiento instrumental. La cantata tiene su origen a principios del siglo XVII, de forma simultánea a la ópera y al oratorio. El tipo más antiguo de cantata, conocido como cantata da camera, fue compuesto para voz solista sobre un texto profano. Contenía varias secciones en formas vocales contrapuestas, como son los recitativos y las arias. Hacia finales del siglo XVII, la cantata da camera se convirtió en una composición para dos o tres voces. Compuesta especialmente para las iglesias, esta forma se conocía como cantata da chiesa (cantata de Iglesia). Sus máximos exponentes italianos fueron Giacomo Carissimi y Alessandro Scarlatti. En Alemania, durante este periodo, la cantata da chiesa, en manos de Heinrich Schütz, Georg Philipp Telemann, Dietrich Buxtehude, Johann Sebastian Bach y otros compositores, evolucionó hacia una forma mucho más elaborada que su modelo italiano. Bach hizo de la cantata de Iglesia el centro de su producción vocal, si bien también compuso cantatas profanas como la célebre Cantata del café. Desde los tiempos de Bach, la cantata ha sido generalmente una composición coral con acompañamiento instrumental, que tenía coros, solos, arias, recitativos e interludios instrumentales. El texto puede ser sagrado, en cuyo caso la cantata se parece a un oratorio, o bien profana, en cuyo caso se parece a una ópera. En su forma sacra, difiere de un oratorio (como los de Händel) por ser considerablemente más corta y menos elaborada tanto en las líneas vocales como en el acompañamiento. En su forma profana difiere de la ópera por ser cantada sin escenario ni vestuario y por la falta de una acción en escena. En el siglo XIX, los límites entre la cantata, la ópera y el oratorio se volvieron más borrosos, de modo que obras dramáticas como el Caractacus de Edward Elgar o una obra próxima al oratorio, Belshazzar's Feast (El festín de Baltasar) de William Walton también podrían ser descritas como cantatas. La Cantata profana de Bartók y la cantata Alejandro Nevski, compuesta por Prokófiev para el filme del mismo título del cineasta ruso Serguei Eisenstein, son excelentes ejemplos en el siglo XX.

Madrigal
En música, composición profana para dos o más voces, que se inició en Italia en el siglo XIV y renació con una forma diferente durante el siglo XVI. En esa época se hizo muy popular entre los compositores ingleses, franceses, alemanes y españoles. La palabra madrigal parece derivar de mandriali (breve poema pastoril) o de matricale (canción o poema rústico), o quizá madriale (himno a la Virgen María)

Los madrigales de la primera etapa se componían en un estilo musical homofónico (una melodía predominante y un acompañamiento subordinado) y solían armonizarse a cuatro voces. Sin embargo, las partes vocales a veces eran interpretadas o duplicadas por medio de instrumentos. Los compositores de madrigales más significativos de este periodo fueron el holandés Jakob Arcadelt y el flamenco Philippe Verdelot.

Los madrigales de la etapa media solían ser polifónicos (dos o más partes de voces independientes), más expresivos y, a menudo, más imitativos en lo musical o descriptivos de los sonidos humanos y de la naturaleza. Los compositores comenzaron a preferir las texturas de cinco o seis partes a las de tres y cuatro voces. Los flamencos Adrian Willaert, Philippe de Monte y Orlando di Lasso destacaron como compositores de madrigales de esta etapa media. Los madrigales de la etapa tardía solían utilizar progresiones armónicas audaces y cromatismos (el uso de las notas cromáticas en general sirve para conducir una melodía o pieza musical de una tonalidad a otra) con el fin de producir efectos dramáticos o emocionales intensos. También utilizaban con frecuencia la voz solista, a menudo de una manera virtuosa (de gran maestría técnica). Los compositores de madrigales de este periodo tardío fueron los italianos Luca Marenzio, Carlo Gesualdo y Claudio Monteverdi.

Fragmento de Madrigal.
Era un cautivo beso enamorado / de una mano de nieve que tenía / La apariencia de un lirio desmayado / y el palpitar de un ave en agonía / Y sucedió que un día / Aquella mano suave / de palidez de cirio / de languidez de lirio / de palpitar de ave / se acercó tanto a la prisión del beso / que ya no pudo más el pobre preso / y se escapó... /.


Elegía
En la literatura clásica, composición poética basada, métricamente, en el dístico elegíaco (hexámetro + pentámetro). Las elegías clásicas eran a menudo cantos nostálgicos, pero también figuran entre sus temas el amor, la guerra y la política. Calímaco y Catulo destacan entre los poetas de la antigüedad que emplearon el verso elegíaco.

Durante la edad media, la elegía recibió el nombre de planto o llanto, y un ejemplo de este tipo de composición es el Planto que fizo la Virgen el día de la Pasión de su Fijo, de Gonzalo de Berceo. Una elegía muy conocida es la lamentación que hace el Arcipreste de Hita por la muerte de Trotaconventos en el Libro de Buen Amor. En la poesía moderna (desde el siglo XVI), las elegías se caracterizan no tanto por su forma como por su contenido, invariablemente melancólico y centrado en la muerte. En la literatura castellana, la elegía alcanzó un notable desarrollo. Garcilaso de la Vega, en sus églogas, llegó a la cumbre de la poesía elegíaca de carácter intimista y amoroso. Fernando Herrera, sin embargo, cultivó la elegía heroica. Pero es Canción a las ruinas de Itálica, de Rodrigo Caro, la obra que se ha alzado como modelo del género. La elegía no ha dejado de cultivarse nunca y una muestra de gran belleza e intimismo, escrita en el siglo XX, es la "Elegía a Ramón Sijé", del poeta alicantino Miguel Hernández.

Dolora
Composición poética inventada por campoamor, de espíritu dramático y filosófico. Sentencia en verso en las que se transmite un mensaje moral didáctico, mezcla de humor y sentimentalismo, cuyos temas narran pequeños dramas cotidianos y encierran un pensamiento filosófico escéptico.

Rima
Poemas breves en versos asonantes, donde el mundo aparece como un conjunto confuso de formas invisibles y átomos silenciosos cargados de posibilidades armónicas que se materializan en visión o sonido gracias a la acción del poeta que une las formas con las ideas. Se refieren a la emoción de lo vivido, al recuerdo, a experiencias convertidas en sentimientos. También aparece el amor, el desengaño, el deseo de evasión, la desesperanza y la muerte. Su pureza y humildad, junto con su engañosa sencillez, suponen la "culminación de la poesía del sentimiento y de la fantasía", en palabras de Jorge Guillén, y como dijo Luis Cernuda: "Desempeñan en nuestra poesía moderna, un papel equivalente al de Garcilaso en nuestra poesía clásica: el de crear una nueva tradición que llega a sus descendientes."

Del escritor romántico español Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) se recuerdan tanto sus Rimas, que marcaron el punto de partida de la poesía moderna española, como las Leyendas, unas composiciones en prosa etéreas y misteriosas. Las Rimas, una colección de setenta y seis poesías, publicadas con el título inicial de El libro de los gorriones, poseen una cualidad esencialmente musical y una aparente sencillez que contrasta con la sonoridad un tanto hueca del estilo de sus predecesores.

Mientras se sienta que se ríe el alma sin que los labios rían / Mientras se llore sin que el llanto acuda a llenar la pupila / Mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan / Habrá poesía


Epigrama
En literatura, observación mordaz, aguda y concisa, generalmente escrita en verso. Los epigramas de la Grecia antigua eran inscripciones hechas en tumbas o estatuas. Además de los epigramas funerarios y votivos, se conservan otros que reflexionan sobre los objetos y asuntos ligados con la escritura, entre ellos uno que alerta sobre la amenaza de la "carcoma, enemiga de las Musas". Los poetas latinos, entre ellos Catulo, Juvenal y especialmente Marcial, desarrollaron el epigrama como una breve sátira en verso que acaba con alguna expresión punzante. En la literatura española, la proximidad del epigrama con el epitafio se revela en el soneto de Góngora Inscripción para el sepulcro de Dominico Greco o en Inscripción en cualquier sepulcro de Jorge Luis Borges. Durante el manierismo, lo epigramático aparece como una de las formas de la agudeza que, como dice Baltasar Gracián en su Agudeza y arte de ingenio, predomina entre los españoles, frente a la erudición de los franceses, la elocuencia de los italianos y la invención de los griegos. "El que es nacido para un epigrama no es decente para un sermón", concluye en otro momento Gracián. Aunque no siempre se haga mención al género, hay poemas que por su concisión y agudeza participan también del epigrama: es el caso de Ángel González (¿Recuerdas que querías ser Narciso?: "Pequeña estrábica,/ tú no te preocupes;/ contempla el mundo y rompe los espejos"); las greguerías de Ramón Gómez de la Serna; los "membretes" de Oliverio Girondo. En su novela Vitrina pintoresca, Pío Baroja registra las inscripciones en las paredes y en las muestras de tiendas. Borges hace algo semejante con las "inscripciones de los carros". Pintadas en paredes y retretes, los grafitos, síntesis anónima de los hechos e ideas de distintas épocas, deben clasificarse dentro del género epigramático, desde los encontrados en Pompeya hasta los más recientes. En Inglaterra, sobresalen John Donne, Jonathan Swift, Alexander Pope, este último creador en el siglo XVIII de una forma de pareado epigramático, y Oscar Wilde. En Francia, Voltaire y Nicolas Boileau-Despréaux. En Alemania, G. E. Lessing. El epigrama también se encuentra en las literaturas china y japonesa. Puede aplicarse el término a cualquier aforismo, dicho popular y hasta ciertos ejemplos de cuentos brevísimos como los de Augusto Monterroso: "Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando esta línea" (En Fecundidad).

Soneto
Palabra de origen italiano (diminutivo de sonus, 'tono', 'sonido') o incorporada en Italia por influencia del provenzal sonet, nombre de una melodía breve y ligera, una cancioncilla. En la literatura italiana antigua llegó a tener el sentido más amplio de canción. La forma canónica del soneto consiste en catorce versos endecasílabos divididos en dos cuartetos —rima ABBA ABBA— y dos tercetos, que pueden tener dos rimas (variantes CDC DCD, CDC CDC, CDD DCC) o tres (variantes CDE CDE; CDE DCE; CDE DEC; CDE EDC).

Las dos fuentes clásicas del soneto son el italiano o petrarquista y el inglés o shakespeariano. El Cancionero de Petrarca incluye 317 sonetos dirigidos a su amada Laura. El soneto petrarquista tuvo seguidores en Italia (Torquato Tasso) y se difundió también en otros países europeos: Portugal (Luís de Camões; Francia (Pierre de Ronsard, Joachim du Bellay y otros miembros del grupo conocido como la Pléyade); España. Fueron Boscán y Garcilaso de la Vega los encargados de arraigar el soneto, aunque ya el marqués de Santillana había escrito 42 sonetos fechos al itálico modo, utilizando en los cuartetos la rima ABAB, con lo que se apartaba de la norma habitual en el soneto petrarquista (ABBA).

En el siglo XVII español se destacan los sonetos de Cervantes, Góngora, Quevedo, Calderón y Lope de Vega, quien en su Arte nuevo de hacer comedias recomendaba el soneto para los soliloquios teatrales: "el soneto está bien en los que aguardan". Después de una escasa utilización en el siglo XVIII y en el XIX, el soneto resurge con los poetas modernistas hispanoamericanos y españoles. A la influencia de la forma tradicional, se une el gran impacto de los simbolistas franceses, lo que determinará la introducción de variaciones más o menos heterodoxas. Rubén Darío, por ejemplo, dedica un soneto a Cervantes donde combina endecasílabos y heptasílabos, y otro a Walt Whitman, donde utiliza versos de doce sílabas. Otros autores contemporáneos de sonetos son Amado Nervo, Leopoldo Lugones, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado y Jorge Guillén.

Entre las principales alteraciones del soneto figuran el sonetillo, compuesto en general por versos octosílabos, aunque también recurren al eneasílabo Rubén Darío, Valle-Inclán, Gabriela Mistral; el soneto con estrambote (sonetto caudato), del que hay ejemplos en Boscán, Cervantes y Antonio Machado ('A un olmo viejo') que añade al soneto normal una coda, una o más estrofas de tres versos, por lo común un heptasílabo y dos endecasílabos; el soneto acróstico; el soneto con eco (Lope de Vega).

El soneto inglés tiene su principal representante en Shakespeare y en los Amoretti (1596) de Edmund Spenser. Su forma, que exige una adaptación a una lengua menos rica en rimas que el italiano, abarca tres cuartetos, cada uno rimado de diferente manera, y un dístico final que cierra el conjunto. El esquema de las rimas es a b a b, c d c d, e f e f, gg. En el siglo XVII, se mantiene la tradición del soneto a través del poeta John Donne (Poemas divinos) y de John Milton, quien se atiene a la fórmula petrarquista y escribe sonetos tanto en inglés como en italiano. Después de casi un siglo de decadencia, el soneto renace con autores románticos como William Wordsworth, Samuel Taylor Coleridge, John Keats. Durante el periodo victoriano, merecen citarse los Sonetos del portugués de Elizabeth Barrett Browning. El escritor argentino Jorge Luis Borges se ha servido a veces de la estructura inglesa del soneto, por ejemplo en 'El otro', cuyo dístico final dice así:
"Suyo (de Dios) es lo que perdura en la memoria
Del tiempo secular. Nuestra la escoria".

Entre otros autores de sonetos dignos de mención figuran el poeta austriaco, nacido en Praga, Rainer Maria Rilke (Sonetos a Orfeo, 1923), los norteamericanos Edwin Arlington Robinson, Elinor Wylie y Edna Saint Vincent Millay. Entre 1936 y 1938 W.H. Auden escribió los Sonetos desde China. En España, además de los ya citados, sobresalen Blas de Otero y Dámaso Alonso.

Eduardo Chicharro, en La plurilingüe lengua (1945-1947), ofrece la variante humorística y paródica del soneto, valiéndose en algunos casos del ritmo ascendente y enumerativo y, en otros, de una variante singular del estrambote, como en el nº XLI.

El poeta argentino Juan Gelman cumple a veces con el canon ('Llamamiento contra la preparación de una guerra atómica') o mantiene la estructura de dos cuartetos y dos tercetos olvidándose de rima y medición estricta de los versos, como en el poema I de Rostros.

Romance
Aparte de su sentido equivalente a las lenguas derivadas del latín (romances o románicas), o hasta de su uso como sinónimo de español (así, por ejemplo, el "román paladino", el español sencillo, del que habla Gonzalo de Berceo en Vida de Santo Domingo de Silos), la palabra romance (derivada del adverbio latino romanice, en románico) indica una serie indefinida de versos octosílabos con rima asonante en los pares y con los impares sueltos.

Según el filósofo español Menéndez Pidal los versos originales del romance, derivado de los cantares de gesta, eran octonarios (de 16 sílabas), de rima continua, y posteriormente se dividieron en dos.

Con la difusión de la imprenta, los romances se incluyen a partir del siglo XV en los cancioneros y se convierten en texto para ser leído. Por otra parte, se tiende a dividirlo en cuartetas y a insertar en él fragmentos líricos (villancicos o canciones), muchas veces al final como desfecha, es decir, una versión condensada del texto en su conjunto. A finales de este mismo siglo, la rima consonante empieza a sustituir a la asonante. A mediados del siglo XVI, componen romances escritores como Juan del Encina, Gil Vicente, Jorge de Montemayor y San Juan de la Cruz.

En los siglos XVI y XVII el romance se introduce también en otros géneros, como el teatro, sobre todo con Lope de Vega.

Además de los romances épicos, sobresalen los de tema amoroso, morisco, pastoril, satírico, religioso, picaresco y aquellos, personales, en los que se manifiesta la subjetividad. Después de un periodo de decadencia, el romance vuelve a interesar a los poetas románticos (por ejemplo El moro expósito del Duque de Rivas) y en el siglo XX, desde el modernismo en adelante, pueden encontrarse ejemplos en Antonio Machado, Miguel de Unamuno (Romancero del destierro), Leopoldo Lugones (Romances de Río Seco), Manuel González Prada (Baladas peruanas), Federico García Lorca (Romancero gitano).

Un tipo especial de romance, existente ya desde la edad media, es el romance noticiero o fronterizo, que se ha prolongado hasta nuestros días en los romances populares que informan, además de alentar a la lucha, sobre hechos contemporáneos: la guerra de Marruecos, la guerra de Cuba o la Guerra Civil española, que cuenta con ejemplos de los dos bandos. El equivalente mexicano es el corrido.

Balada (literatura)
En la antigua poesía francesa, forma poética que por lo general abarca tres estrofas de ocho versos (véase Versificación) con una estrofa final de cuatro versos, a manera de conclusión, llamada envoi, ‘envío’, que incluye una dedicatoria personal a una persona importante o a un ser personificado. Con algunas variaciones, los versos de cada una de las tres estrofas iniciales responden a la rima ababbcbC; los de la estrofa final, a la rima BCBC.

Originalmente escrita para ser acompañada por música, el origen de la balada parece remontarse a las fuentes medievales italianas y provenzales. La forma se elaboró por primera vez en la obra del poeta y compositor francés del siglo XIV Guillaume de Machaut, y los ejemplos mejor conocidos pertenecen a poetas franceses del mismo siglo y del siguiente, sobre todo François Villon y Carlos de Orleans.

Desde el punto de vista musical, la balada se ajusta al modelo AAB (A = texto ab; B = texto bcbC). Los trovadores y troveros compusieron en los siglos XII y XIII baladas monofónicas, a las que llamaron cansón. A partir de Machaut, la balada se convirtió en una forma polifónica. En líneas generales, si se trata de una obra vocal, la balada se llama así por el texto poético que le da origen; cuando se trata de una pieza instrumental, ha de suponerse que el compositor eligió ese nombre por el estilo que inspira su música o porque la misma composición funciona como relato de una balada poética. Desde el punto de vista temático llamaron cansón, si el tema era el amor cortés, tensón, para diálogos y debates, serventesio, para sátiras, planto, si se trataba de cantos fúnebres, alba, cuando era una canción matinal, y serena, si era nocturna.

Valga como ejemplo de balada el comienzo de este poema:
Ella volvía alegremente / de las tempranas arboledas, / con una paloma en los ojos / y con una flor de madera. / Ella volvía tan alegremente / del amor nuevo y de la primavera.

Según los países, las baladas adoptan distintas formas de versificación y hasta nombres diferentes. Las baladas inglesas y estadounidenses, por ejemplo, siempre se ajustan a la rima y están divididas en estrofas. Las baladas rusas (byliny) no tienen rima, ni se organizan en estrofas.

Letrilla
Composición poética de versos cortos que suelen ponerse en música. Composición poética dividida en estrofas, al fin de las cuales se repite un estribillo y es escrita en versos de ocho sílabas o menos.

Ej.:
"Parid bella flor de Lis / en aflicción tan extraña; / si parís, parís a España; / si no parís, a París".

Copla
Forma de canción popular cuyo origen se encuentra en España y que luego se difundió por Latinoamérica. Tiene una estructura flexible, aunque suele ser una estrofa de cuatro u ocho versos de arte mayor o menor, generalmente octosílabos. El texto es de carácter coloquial, con un lenguaje en el que domina el doble sentido para conseguir efectos cómicos, lascivos o escatológicos. El tratamiento de los temas, tanto amorosos como de crónica, es satírico, aunque en el caso de amores contrariados y temas solemnes, como la muerte, se trata con formas de apología sentimental o metafísica.

Las distintas variedades de coplas, en especial las de corte popular, están próximas al romance, que es el género poético popular por excelencia de la poesía española. Autores cultos, como el marqués de Santillana (Íñigo López de Mendoza), Rafael Alberti, Luis de Góngora, Antonio Machado o Federico García Lorca, se han acercado a estas formas de poesía con gran respeto. A veces el tema lo tomaban de una canción, un suceso local o un romance escuchado en una taberna, y otras era el pueblo quien hacía suya la composición poética sin saber que tenía autor.
Ejemplo:
Una estrella se ha perdido / y en el cielo no aparece; / en tu pecho se ha metido / y en tu cara resplandece.

Cantar
Composición poética destinada a ser cantada: un cantar bélico. Cantar de gesta, poesía en que se referían hechos históricos, legendarios y tradicionales.


Genero Épico

Epopeya
Género poético que se caracteriza por la majestuosidad de su tono y su estilo. Relata sucesos legendarios o históricos de importancia nacional o universal. Por lo general se centra en un individuo, lo que confiere unidad a la composición. A menudo introduce la presencia de fuerzas sobrenaturales que configuran la acción, y son frecuentes en ella las descripciones de batallas y otras modalidades de combate físico. Las principales características del género son la invocación de las musas, la afirmación formal del tema, la participación de un gran número de personajes y la abundancia de parlamentos en un lenguaje elevado. En ocasiones ofrece detalles de la vida cotidiana, pero siempre como telón de fondo de la historia y en el mismo tono elevado del resto del poema.

La epopeya fue primero, poesía cantada para los griegos. Sus características son la espontaneidad y la impersonalidad, el narrador ocupa un lugar secundario.

En la epopeya se distingue: una acción épica que es grandiosa, y otra heroica que haya influido en el destino y la civilización de ese pueblo, donde encuentre reflejados sus costumbres creencias y sentimientos. La presencia de un héroe superior también se encuentra.

Otra de las características es la extensión. Está formada por muchos versos que se organizan en cantos o libros. Las partes en que está dividida son: proposición, invocación, exposición y narración.

La Iliada de Homero cuenta los últimos días de la guerra de Troya. El pasaje que a continuación se incluye muestra la ansiedad de Helena al saber que la guerra está por concluirse. Entonces acude presurosa a la muralla para ver a su esposo Menealo, que todavía tendrá que batirse en un duelo singular. Los ancianos de la ciudad, al verla tan bella, justifican que por su causa se haya producido esta guerra.

Fragmento de la Iliada.
De Homero.
Iris, por otro lado, a Helena
de blancos brazos, llegó mensajera,
a una de sus cuñadas parecida,
la que Helicaon, el hijo de Anténor,
tenía por esposa, Laodica,
por su semblante la más distinguida
de las hijas que Príamo tenía.

Poema Histórico
Obras basadas en el Historicismo, corriente de pensamiento que reconoce el supremo valor de la historia como componente fundamental de la naturaleza y del sujeto humano. Esta doctrina tiene antiguas raíces (ya los sofistas griegos y Giambattista Vico, entre otros, plantearon la importancia de la historia para comprender la sociedad), pero adquirió una especial relevancia en el siglo XIX, con el desarrollo del nacionalismo. Las investigaciones de los filósofos e historiadores alemanes Ernst Troeltsch, Wilhelm Dilthey, Karl Mannheim y Friedrich Meinecke concedieron una notable importancia teórica a esta corriente de pensamiento. Sin embargo, el concepto de historicismo admite diferentes interpretaciones, y debe ser matizado en cada uno de sus usos. Conviene tener en cuenta que una de las críticas más significativas que se hacen contra el historicismo proviene de su carácter relativista: al estar todo condicionado por la evolución histórica, no parece posible defender una verdad sustancial de tipo determinado. El análisis del historicismo que Karl Raimund Popper hizo en su obra La miseria del historicismo (1957) se convirtió en un influyente, y discutido, paradigma de la crítica contra el sentido de esta corriente.

Poema Teogónico
El poema teogónico, normalmente atribuido a Hesíodo, aunque algunos críticos lo consideran posterior, narra el nacimiento del orden a partir del caos y el de los dioses.

Poema Cosmogónico
Es el que se basa, en las teorías míticas, religiosas, filosóficas y científicas sobre el origen del mundo. Desde el punto de vista terminológico, la cosmogonía científica suele equipararse a la cosmología. Sin embargo, el término "cosmogonía" pone más énfasis en la comprensión teórica del "inicio", que según los conocimientos actuales debe entenderse de acuerdo con la teoría de la Gran Explosión o Big Bang. La cosmología también abarca el estudio de la estructura actual del cosmos. Sin embargo, como el "inicio" y el estado actual del Universo ya no pueden considerarse por separado desde el punto de vista teórico, la distinción entre cosmogonía y cosmología ha quedado obsoleta en ciencia.

He aquí el relato de como todo estaba en suspenso. Todo tranquilo, todo inmóvil, todo apacible, todo silencioso, todo vacío; en el cielo, en la tierra. He aquí la primera historia, la primera descripción. No había un sólo hombre, un sólo animal, pájaro, pez, cangrejo, madera, piedra, caverna, barranca, hierba, selva, sólo el cielo existía.

Este fragmento del Popol Vuh, libro maya del siglo XVI y vertido al español en el XVIII, narra el origen del mundo. A través de él se conoce la cosmogonía y mitología del pueblo maya.

Poema Burlesco
Poema basado en la forma literaria que busca desvirtuar los valores de las obras literarias en las que se basa por medio de la exageración ridícula de sus temas, personajes o argumentos. Como sucede con la sátira, aparece bajo dos formas: la épica burlesca, en la que un tema trivial se trata con grandiosidad, como en algunas partes de Los Cuentos de Canterbury, de Geoffrey Chaucer, y la mofa, en la que un tema serio se trata de modo frívolo, como en Don Quijote, de Miguel de Cervantes. El género burlesco es confundido a menudo con otras dos formas de sátira, la farsa y la parodia. La parodia es una imitación burlesca de una obra o del estilo de un autor en particular; la farsa es una pieza dramática escrita con el objeto de hacer reír.

Uno de los primeros usos del género burlesco en la literatura se encuentra ya en el antiguo poema épico-burlesco griego que parodia el estilo homérico La batracomiomaquia (El combate de las ranas y los ratones). El género burlesco apareció en el teatro de mano de los dramaturgos griegos Aristófanes y Eurípides y más tarde con el autor romano Plauto. En Inglaterra, este género fue desarrollado en los inicios del renacimiento, y uno de sus representantes principales es Geoffrey Chaucer, que junto al escritor español Miguel de Cervantes Saavedra y el francés Alain René Le Sage ridiculizaron el romance medieval. Dos dramaturgos cómicos franceses, Paul Scarron y Molière, así como el autor teatral inglés John Gay, destacaron en la producción burlesca dramática. El poeta inglés Samuel Butler llegó a niveles similares con su poema épico-burlesco Hudibras. Uno de los mejores ejemplos de literatura moderna en este género lo representa las Novelas sin sentido (1911), un ejemplo de carácter ligero del autor canadiense Stephen Leacock. Un rico filón burlesco se encuentra también en la mayoría de las operettas de William Gilbert y Arthur Sullivan.
Parábola
Nombre dado por los retóricos griegos a una ilustración literaria, cuya verosimilitud se realiza estableciendo un vínculo entre la ficción narrada y la realidad a la que remite. Puede considerarse una forma de alegoría. Las parábolas del Nuevo Testamento tienden a iluminar una verdad espiritual a través de un relato breve de la vida cotidiana de la época. Muchos escritores modernos han recurrido a la parábola para comunicar un mensaje moral, reelaborando en ciertos casos parábolas evangélicas, como ocurre con el escritor brasileño Raduan Nassar en Labor arcaica. Theodor Adorno ha destacado el carácter parabólico de la narrativa de Franz Kafka. Basta pensar en El proceso o El castillo.

Fábula
Breve composición literaria en verso o prosa, cuyos personajes son en general animales u objetos inanimados. En su forma tradicional, apunta a demostrar una verdad moral que, a modo de advertencia o consejo, se sintetiza al final de la narración en una moraleja.
No es fácil determinar sus diferencias con el apólogo, que practicó Sem Tob, y los exempla (ejemplos) medievales, como los que se insertan en el Libro de Buen Amor de Juan Ruiz. Parábola y fábula se estudian como formas de la alegoría pero, mientras la primera se ocupa de hechos posibles que remiten a un significado religioso, moral o filosófico (la "parábola del hijo pródigo", por ejemplo), la segunda, al dar voz a los animales o animar lo inanimado, se asienta en impossibilia (cosas imposibles). En la edad media, un rico material complementario de las fábulas se encuentra en los bestiarios, catálogos descriptivos que explicitan el significado alegórico de los diferentes animales.

Son famosas las fábulas de Esopo, escritor griego del siglo VI a.C. y de Fedro, fabulista latino del siglo I a.C. Ambos autores tuvieron gran difusión en la edad media, sobre todo el primero a través de los Ysopetes. Su influencia puede rastrearse, combinada con los cuentos de origen oriental, en el arcipreste de Hita. El monje bizantino Máximo Planudio realizó en el siglo XIV una compilación de las Fábulas de Esopo. El Panchatantra es una colección sánscrita del siglo III que fue traducido a más de 50 idiomas.

En Francia hubo una gran producción de fábulas entre los siglos XII y XIV, de las que pueden citarse las de Marie de Francia y la colección de historias de animales titulada Roman de Renart, antecedente del relevante papel del zorro en la literatura fabulística. De los siglos posteriores, se destaca la obra de Jean de La Fontaine, cuyas fábulas se publicaron a finales del siglo XVII.

En España, en el siglo XVIII, sobresalen Tomás de Iriarte y Félix María Samaniego, quien, en su colección de 175 fábulas, incluye textos propios y adaptaciones de Esopo, Fedro, La Fontaine y el inglés John Gay.

La versión contemporánea de la fábula apunta a una reelaboración irónica en la que suele desaparecer la moraleja o se ofrece al lector un marco mayor de sugerencias. Es el caso de Fábulas de Luis Goytisolo; Bestiario y Confabulario de Juan José Arreola; Trece fábulas y media (1981) de Juan Benet, que concluye diciendo "cuanto más canalla es la doctrina, mejor el discípulo" o La oveja negra y otras fábulas, del guatemalteco Augusto Monterroso.
Leyenda

Narración tradicional o colección de narraciones relacionadas entre sí de hechos imaginarios pero que se consideran reales.

A veces se da una mezcla de hechos reales y de ficción, aunque se parte de situaciones históricamente verídicas. La palabra procede del latín medieval legenda y significa ‘lo que ha de ser leído’. En efecto, durante algunos oficios religiosos de la primitiva Iglesia cristiana, se leían en voz alta legendas o vidas de santos. Una colección famosa en la edad media fue La leyenda dorada (Legendi di sancti vulgari storiado), escrita en latín en 1264 por el dominico genovés Santiago de la Vorágine, tratado hagiográfico en el que la exaltación de las figuras de los santos roza en ocasiones lo fantástico. Tal vez ese rasgo haya estimulado en el siglo XIX al escritor portugués Eça de Queiroz a elaborar su Diccionario de milagros, que dejó inconcluso (abarca las letras A y B) y se publicó, póstumamente, en 1900 (primera edición española, 1990).

La leyenda se sitúa en un lugar y en una época específicas y parte de hechos que fueron reales aunque están idealizados. Se diferencian de la historia propiamente dicha en el énfasis de la narración y en su finalidad, que siempre es de tipo didáctico o nacionalista, para dar confianza a un pueblo en sí mismo en momentos en que se necesita ardor y seguridad para enfrentarse a una situación nueva y peligrosa. Por otro lado, a diferencia del mito (véase Mitología), que se ocupa de los dioses, la leyenda retrata en general a un héroe humano, como ocurre en el caso de la Iliada y la Odisea (véase Homero), la Eneida (véase Virgilio)o el Cantar de mío Cid. Son legendarias también las historias que nutrieron muchas novelas de caballería durante la edad media y que han servido de fuente a escritores de épocas posteriores: así ocurre con la leyenda del rey Arturo, con Carlomagno y con el alquimista alemán Fausto.

Leyenda "Un tesoro y una superstición", en Tradiciones peruanas.
De Ricardo Palma.
Cura de Locumba, a principios del siglo actual, era el venerable doctor Galdo, quien fue llamado un día para confesar a un moribundo. Era éste un indio cargado de años, más que centenario, y conocido con el nombre de Mariano Choquemamani.
Después de recibir los últimos sacramentos, le dijo al cura:
Taita, voy a confiarte un secreto, ya que no tengo hijo a quien transmitirlo. Yo desciendo de Titu-Atauchi, cacique de Moquegua en los tiempos de Atahualpa. Cuando los españoles se apoderaron del Inca, éste envió un emisario a Titu-Atauchi con la orden de que juntase oro para pagar su rescate.

Novela
Narración extensa, por lo general en prosa, con personajes y situaciones reales o ficticios, que implica un conflicto y su desarrollo que se resuelve de una manera positiva o negativa. El término novela (del italiano novella, ‘noticia’, ‘historia’, que a su vez procede del latín novellus, diminutivo de novus, ‘nuevo’) procede de las narraciones que Giovanni Boccaccio empleó para designar los relatos y anécdotas en prosa contenidos en su Decamerón. Ahora bien, como género es el resultado de la evolución que arranca en la epopeya y sigue con el romance.

Cuento
Narración breve, oral o escrita, de un suceso imaginario. Aparecen en él un reducido número de personajes que participan en una sola acción con un solo foco temático. Su finalidad es provocar en el lector una única respuesta emocional. La novela, por el contrario, presenta un mayor número de personajes, más desarrollados a través de distintas historias interrelacionadas, y evoca múltiples reacciones emocionales.

La evolución histórica del cuento es más difícil de fijar que la de la mayoría de los géneros literarios. Originariamente, el cuento es una de las formas más antiguas de literatura popular de transmisión oral. El término se emplea a menudo para designar diversos tipos de narraciones breves, como el relato fantástico, el cuento infantil o el cuento folclórico o tradicional. Entre los autores universales de cuentos infantiles figuran Perrault, los Hermanos Grimm y Andersen, creadores y refundidores de historias imperecederas desde Caperucita Roja a Pulgarcito, Blancanieves, Barba Azul o La Cenicienta.

Relato
Tipo de enunciado y conjuntos de procedimientos que hacen que un relato o una serie de hechos, verdaderos o falsos, sucedan dentro de un espacio temporal y estén narrados de una manera específica, ya sea por un narrador externo omnisciente y aparentemente objetivo, por un narrador en primera persona que se compromete con lo que está narrando, y hace que la narración sea más subjetiva, o por un personaje, lógicamente creado por el autor, pero que da la sensación de ser un narrador omnisciente subjetivo y, por lo tanto, crea una mayor proximidad y da sensación de intriga y ambigüedad en lo narrado. Aunque la narrativa suele relacionarse directamente con la novela, guarda una estrecha relación con los poemas, la biografía, la crónica, o los libros de memorias y ensayos. También tiene que ver con la comunicación en general; de hecho no todo el mundo cuenta igual las cosas, es decir, que cada persona narra de manera diferente, tiene una narrativa propia. Es un término que también se aplica al cine, la radio, la televisión y los periódicos.
Genero Dramático (Teatro)
Tragedia
Floreció en el siglo V a.C. con autores como Esquilo, Sófocles y Eurípides. Las obras son solemnes, escritas en verso y estructuradas en escenas (episodios) entre personajes (nunca hay más de tres actores hablando en una escena) e intervenciones del coro en forma de canciones (odas). Las historias están basadas en su mayoría en mitos o antiguos relatos, aunque el objetivo no fuera simplemente volver a contar esas historias (sobre las que los poetas se tomaban frecuentes libertades), sino hacer consideraciones sobre el carácter de los personajes, el papel de la humanidad en el mundo y las consecuencias de las acciones individuales. Por lo general, eran obras de poca acción y los hechos se relataban a través de diálogos y canciones del coro.

Las obras se representaban en festivales en honor de Dioniso; entre estos festivales se encontraban el Gran Dionisíaco de Atenas, en primavera; el Dionisíaco Rural, en invierno; y la Lenaea, también en invierno tras el Rural. Se seleccionaban las obras de tres poetas para su representación. Aparte de tres obras trágicas (una trilogía), cada poeta tenía que presentar una sátira y una farsa, a menudo atrevida parodia sobre los dioses y sus mitos.

Drama
El término drama viene de la palabra griega que significa "hacer", y por esa razón se asocia normalmente a la idea de acción. En términos generales se entiende por drama una historia que narra los acontecimientos vitales de una serie de personajes.

Los primeros datos documentados de literatura dramática son del siglo VI a.C.; la primera obra crítica sobre la literatura y el teatro es Poética (330 a.C.) de Aristóteles. Aristóteles sostenía que la tragedia griega se desarrolló a partir del ditirambo, himnos corales en honor del dios Dioniso que no solamente lo alababan sino que a menudo contaban una historia. Según la tradición, Thespis, el director de un coro del siglo VI a.C., creó el drama al separar en un ditirambo el papel del personaje principal del resto del coro: él hablaba y el coro respondía. Según Aristóteles, desde ese hecho sólo había que dar un pequeño paso hacia la evolución del drama como forma independiente con la incorporación de otros actores y personajes. Pero el desarrollo espontáneo hacia el drama trágico, un género muy elaborado y sin precedentes, es difícil de documentar.

Comedia
Se desarrolló hacia la mitad del siglo V a.C. Las comedias más antiguas que se conservan son las de Aristófanes. Tienen una estructura muy cuidada derivada de los antiguos ritos de fertilidad. Su comicidad consistía en una mezcla de ataques satíricos a personalidades públicas del momento, atrevidos chistes escatológicos y parodias aparentemente sacrílegas de los dioses. Para el siglo IV a.C. la comedia había sustituido a la tragedia como forma dominante.

Con la expansión de la cultura griega a raíz de las conquistas de Alejandro III el Magno, las comedias literarias y basadas en tópicos, así como las tragedias filosóficas, pasaron a ser poco apropiadas y dejaron paso a un tipo de comedia local, muy abundante, llamada nueva. El misántropo es la única obra completa que se conserva de Menandro, el gran autor de comedias nuevas. La trama gira alrededor de una complicación o situación que tiene que ver con amor, dinero, problemas familiares y similares. Los personajes son típicos e identificables, tipos socialmente simples, como el padre miserable o la suegra molesta.

Ópera
Drama cantado con acompañamiento instrumental que, a diferencia del oratorio, se representa en un espacio teatral ante un público. Existen varios géneros estrechamente relacionados con la ópera, como son el musical, la zarzuela y la opereta.

Opereta
Obra teatral con canciones y bailes intercalados con diálogos. En el siglo XVIII el término significaba ópera corta, pero en los siglos XIX y XX tuvo el sentido de una obra con música de carácter ligero al gusto popular. La opereta francesa, por ejemplo, se desarrolló en pequeños teatros como los Bouffes Parisiens que fundó el compositor Jacques Offenbach. La forma, originariamente una composición en un solo acto, creció más tarde hasta los tres o cuatro actos, aproximándose a la opéra comique. Las más de 90 operetas de Offenbach incluyen Orfeo en los infiernos (1858) y La Périchole (1868) entre otros títulos notables. Para esas obras, él y su compatriota Alexander Charles Lecocq, compositor de La fille de Madame Angot (1872), usaron el término opéra bouffe.

Las raíces de la opereta vienesa hay que buscarlas en el Singspiel y en las farsas locales. Franz von Suppé contribuyó a establecer este género y destacó en él, produciendo obras como La bella Galatea (1865), Caballería ligera (1866) y Boccaccio (1879). Con Johann Strauss, II, la opereta vienesa alcanzó renombre internacional. Su contemporáneo más joven, Karl Millöcker, produjo El estudiante mendigo (1882). El vals fue un elemento esencial de las operetas del joven Strauss, y con El murciélago (1874) alcanzó una calidad muy significativa. Su sentimentalismo y seriedad operística se convirtieron en una faceta musical importante del típico final de segundo acto vienés. Otros compositores vieneses de operetas fueron Franz Lehár, que escribió La viuda alegre en (1905); Robert Stolz, conocido por su Der Tanz ins Glück (1936); Oscar Straus, compositor de El soldado de chocolate (1909) y Emmerich Kalman, compositor de La condesa Maritza (1924).

La opereta inglesa se desarrolló a partir de la ballad opera corta y se extendió en otras obras. El autor teatral británico John Gay creó uno de los ejemplos más refinados de ballad opera con su obra La ópera del mendigo (1728). La sátira política y social de Gay influyó en los artistas que le siguieron, incluidos el dramaturgo Bertolt Brecht y el compositor Kurt Weill. El género alcanzó su cima en las óperas ligeras de Arthur Sullivan y William S. Gilbert.

Zarzuela
Género musical escénico español en el que se mezclan partes instrumentales, vocales y habladas.
La zarzuela deriva del nombre del palacete o pabellón de caza, rodeado de zarzas, donde, en el siglo XVII se representaban para la corte española historias con temática mitológica. La música de las primeras zarzuelas se ha perdido, si bien conocemos muchos de sus títulos y los nombres de sus autores. Destacan El jardín de Falerina con música de Juan Hidalgo y libreto de Pedro Calderón de la Barca, el más importante autor de zarzuelas de esta época. La primera zarzuela de la que se conserva suficiente música como para tener una idea clara de cómo era el género en el siglo XVII es Los celos hacen estrellas de Juan Hidalgo y Juan Vélez, obra interpretada en 1672.

Con la subida al trono de los Borbones la ópera italiana desplazó a los espectáculos en español.

Los músicos españoles se vieron obligados a adoptar los esquemas italianos en zarzuelas como Veneno es de amor la envidia de Sebastián Durón, Júpiter y Danae (1708), del compositor mallorquín Antonio Literes y otras en las que también aparecen algunos elementos de la tradición musical española. Durante el reinado de Carlos III, con las revueltas contra los ministros italianos, se vuelve a impulsar la tradición popular representada por los sainetes de don Ramón de la Cruz. Con Las segadoras de Vallecas (1768), música de Rodríguez de Hita y libreto de De la Cruz, se representa la primera zarzuela basada en temas costumbristas. A la desaparición del gran impulsor que fue Ramón de la Cruz nadie continúa su labor.

Aunque los reyes siguieron apoyando la música italiana, a partir de 1839 se produce una reacción con obras como El novio y el concierto, El ventorrillo de Crespo y Los solitarios, con libreto de Manuel Bretón de los Herreros y música de Basilio Basili y La mensajera de Hernando Gaztambide. Con Francisco Asenjo Barbieri el género experimentará gran auge y fijará sus características más importantes: mezcla de partes cantadas y habladas, inclusión de danzas y bailes populares, abundancia de temas cómicos y/o casticistas. También se diferenciará claramente entre el género chico (en un acto) y el género grande o gran zarzuela (en tres actos).

Las obras más famosas de Barbieri son Jugar con fuego, Los diamantes de la corona, Pan y toros y El barberillo de Lavapiés. En la segunda mitad del siglo XIX destacan compositores como Emilio Arrieta, Federico Chueca, autor de La Gran Vía y Agua, azucarillos y aguardiente, Ruperto Chapí, autor de La tempestad, La bruja y La revoltosa, Manuel Fernández Caballero, El dúo de la Africana y Gigantes y cabezudos y Tomás Bretón, autor de la popularísima La verbena de la paloma.

Entre las obras destacables se encuentran la obra maestra Doña Francisquita de Amadeo Vives, La canción del olvido de José Serrano, El caserío de Jesús Guridi, Las golondrinas de José María Usandizaga y Luisa Fernanda de Federico Moreno Torroba.

Jácara
Canción popular con acompañamiento instrumental, característico de la España de los siglos XVII y XVIII.

Su ascendencia es de origen árabe y, aunque algunas de ellas fueron sencillos villancicos populares, generalmente se interpretaban en el entreacto de las representaciones teatrales. Los textos eran narraciones sobre las aventuras de pícaros o personajes de origen humilde y estaban escritos, en su mayoría, en un lenguaje vulgar. Tenían un estribillo que repetía la voz con el acompañamiento, mientras que las respuestas, generalmente en versos octosílabos, eran otorgadas únicamente al cantante solista. El instrumento principal del acompañamiento era la guitarra, aunque con el desarrollo de esta forma musical se llegaron a componer también para otros instrumentos como el clave y el órgano. Se conservan numerosas jácaras en colecciones de música instrumental, tanto litúrgica como profana, de los siglos XVII y XVIII.

Con este nombre también se conocieron determinadas danzas de compás ternario a las que se ha relacionado con la zarabanda.

Loa
En el teatro antiguo, prólogo, discurso o diálogo con que solía darse principio a la función.
Composición dramática breve, que servía de introducción al poema dramático.
Breve poema dramático en que se celebra a una persona o acontecimiento.

Sainete
Pieza breve, generalmente en un acto, de tema humorístico y ambiente popular, que antiguamente se representaba a continuación de una obra seria o como final de una función. Deriva del paso y del entremés, y se afianza en el siglo XVIII de la mano de don Ramón de la Cruz, quien imprimió al género un rasgo marcadamente costumbrista. Variedad argentina de este género es el sainete criollo, cultivado en el primer tercio del siglo XX.

A mediados de la década de 1980, algunos autores de la capital de España, jóvenes y provenientes del teatro independiente, desempolvan el sainete tradicional y reelaboran sus formas, retomando algunas de sus técnicas, para acercarse a una forma autóctona de teatro. De este intercambio entre lo actual y lo tradicional, de estas dos formas de concebir la dramaturgia, surge lo que algunos dieron en llamar el nuevo sainete.
Entremés
Pieza breve en un acto, en prosa o en verso, de tema jocoso, que hunde sus raíces en la tradición popular y posee un humor festivo y picaresco. Surgió en el siglo XVI, inicialmente para ser representada entre dos actos de una comedia. Cervantes y don Ramón de la Cruz cultivaron este género con éxito. Es difícil separar esta pieza dramática de otras formas teatrales apoyadas en el lenguaje popular y la tradición. Posiblemente, las actuales obras de formato corto continúan en la práctica teatral lo que eran los entremeses en la sociedad y el tiempo que los generaba.

Prueba de su vigencia en el teatro actual es el hecho de que numerosos grupos y compañías jóvenes aún los ponen en escena.

Alta Comedia
En La comandante Bárbara (1905, llevada al cine posteriormente) y El dilema del doctor (1906), el autor irlandés George Bernard Shaw continuó mostrando, a través de la comedia, la complicidad de la sociedad con sus propios males y defectos. En la primera, los principios y prácticas de un fabricante de municiones se revelan como elevadamente religiosos en comparación con los del Ejército de Salvación y sus benefactores. El dilema del doctor, es una sátira despiadada acerca de las distintas profesiones y del temperamento artístico.

Con las obras que siguieron a estas —Llegando a casarse (1908), Matrimonio desigual (1910) y La primera obra de Fanny (1911)—, Shaw comenzó a acercarse a lo que podría llamarse la farsa seria, una comedia intelectual con su habitual torrente de diálogos, pero en la que introdujo elementos no realístas, que explotaría por completo más adelante. Aunque Fanny fue la que más se representó, la más duradera de las tres resultó ser Matrimonio desigual. El autor dejó entrever su lado más místico en El compromiso de Blanco Posnet (1909), que trata de la súbita conversión de un ladrón de caballos, y en Androcles y el león (1913), en la que discutió sobre la verdadera y la falsa exaltación religiosa, y utilizó elementos provenientes de los autos medievales y del mimo navideño victoriano.

Su pieza cómica Pigmalión (1913), que se presenta como una "alta comedia" divertida e ingeniosa, fue escrita como introducción didáctica a la fonética, pero en realidad trata del amor y contiene numerosos elementos de crítica social, como la explotación de un ser humano por parte de otro. La obra obtuvo un éxito inmediato y fue la base para una película y un musical que con el nombre de My fair lady se estrenó en 1955 y llevado de nuevo al cine en 1964 por George Cukor.

Ópera Bufa
Domenico Cimarosa compuso más de 60 óperas, misas, cantatas y oratorios. Se le conoce sobre todo por las óperas bufas, caracterizadas por su ingeniosa y brillante orquestación, especialmente en su obra maestra, Il matrimonio segreto (1792).

A medida que avanzaba el siglo XX, los estilos operísticos reflejaban tanto los persistentes enfoques nacionalistas como un creciente internacionalismo representado por el atonalismo y las técnicas seriales. El ruso Serguéi Prokófiev escribió la ópera bufa El amor de las tres naranjas durante un viaje a través del Oeste de Estados Unidos. Se estrenó en Chicago en 1921.

Astracanada
A Pedro Muñoz Seca se le considera el creador del género astrakán o astracanada, unas piezas teatrales chabacanas en las que predomina el humor grueso, el de la carcajada sonora, en un disparate cómico.

Bibliografía
Equipo de traductores de la edición española de la Biblia de Jerusalén. Biblia de Jerusalén. Bilbao. Editorial Desclée de Brower, SA, 1994.
GÓNGORA, Don Luis de. Fábula de Polifemo y Galatea. Madrid. Índice, 1923.
GONZÁLEZ DE CHAVES, Lucila. Español y Literatura 9. Bogotá. 1995
Enciclopedia Microsoft® Encarta® 2000. © 1993-1999 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
PALMA, Ricardo. Tradiciones peruanas (Tomo II). Barcelona. Montaner y Simón, 1894.

No hay comentarios:

Publicar un comentario