18/2/10

EL SEÑOR PRESIDENTE



MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS: EL SEÑOR PRESIDENTE.


1. Introducción.

El objetivo que nos planteamos al realizar esta monografía es acercarnos a la narrativa de Miguel Ángel Asturias a través de una de sus novelas principales: El señor presidente. Por ello será esta novela el único material de estudio y nuestro punto de partida será su lectura detallada.

Nuestra decisión ha sido elaborar un estudio general sobre ella en vez de centrarnos en el análisis de un único aspecto. La extensión señalada para este trabajo nos obliga a ofrecer un estudio básico sobre ella por lo que nos centraremos únicamente en los aspectos principales: tema, argumento, personajes y, más profundamente, en el análisis del estilo del autor en esta obra. La edición que manejaremos será la editada por Cátedra, además, nos apoyaremos en algunas notas extraídas de historias de la literatura hispanoamericana sobre Miguel Ángel Asturias. En el apartado dedicado a la bibliografía precisaremos estos datos.

En el siguiente apartado dedicado a Miguel Ángel Asturias, expondremos unas breves notas sobre el autor a modo de reseña y, finalmente, reservaremos un apartado para las conclusiones que nos han suscitado tanto la lectura de la novela como la elaboración del trabajo.


2. Miguel Ángel Asturias.
Miguel Ángel Asturias (Guatemala, 1899-Madrid, 1974) cursó estudios de Derecho y participó tempranamente en la lucha política contra el régimen de Estrada Cabrera. En 1923 marchó a Europa, y tras una breve estancia en Londres se instaló en París. En la capital francesa comenzó a interesarse por las culturas precolombinas. Sus inquietudes literarias no son sustancialmente distintas de las compartidas por los miembros de su generación que por entonces viven en Europa (Borges, Huidobro, Carpentier, Vallejo). Publica en 1925 el tomo de poesías Rayito de estrellas. Su preocupación por el pasado cultural de su tierra le hizo traducir la versión francesa del Popol Vuh (1927) y publicar, tres años más tarde, Leyendas de Guatemala.

En 1933 Asturias regresó a Guatemala donde intervino en política, fundó la universidad popular y dirigió el periódico radical Diario del Aire. Más tarde desempeñó la agregación cultural de la embajada en México y, años más tarde, Argentina. En 1946 publicó El señor Presidente, novela elaborada años antes y surgida de las conversaciones que mantuvo en París con el escritor peruano César Vallejo y el venezolano Arturo Uslar-Pietri y de otros proyectos que precisaremos más adelante. El relato evoca los años finales de la dictadura de Estrada Cabrera y establece las bases de la imaginación novelesca del autor: un mundo injusto y brutal, pero expresado con una plasticidad casi irreal y un lenguaje riquísimo en el que Asturias intenta hallar la “dimensión biológica” de la lengua como medio de expresión del pensamiento indígena. Sin embargo, la realización de esta idea estaba reservada a una novela posterior: Hombres de maíz (1949). Sobre mitologías locales de extraña poesía, el lenguaje determina todo el libro: el idioma es el español, modificado por indigenismos, pero la mentalidad que lo elabora es india.

Hombres de maíz plantea un conflicto social: la sorda lucha entre las costumbres indígenas y el pragmatismo occidental más adelante, la trilogía compuesta por Viento fuerte (1950), El papa verde (1954) y Los ojos de los enterrados (1960) abortó el problema de las plantaciones guatemaltecas de bananos, controladas por la compañía estadounidense United Fruit. La novela, con su extensa nómina de personajes y su acción simultánea, remite a la técnica narrativa de Steinbeck y Dos Passos, especialmente.

Es agregado cultural de la embajada de París y embajador en El salvador, en 1954 la caída del régimen democrático de Jacobo Arbenz, tras una intervención militar de EE.UU., obliga a Asturias a emigrar a Argentina, donde compondrá con sus recuerdos de la invasión Week-end en Guatemala (1956), ardorosa denuncia de una traición y exaltación de las fuerzas civiles derrotadas. La ferviente militancia de esta obra desaparece en El alhajadito (1961), y sobre todo, en Mulata de Tal (1963), aventura en la que una mitología desvergonzada y chillona se sobrepone continuamente a un plano menor de picaresca aldeana. En El espejo de Lida Sal (1968) y en Maladrón (1969) se reitera la experiencia de una imaginación y una lengua indias que combina con el espíritu de la novela histórica. Las novelas posteriores son Florentina (1970), Torotumbo (1971) Juan Girador (1964) y Viernes de Dolores (1972).

Como poeta lírico publicó Sonetos (1937), Anoche 10 de marzo de 1543 (1934), Sien de alondra (1949), antología de poemas juveniles, Ejercicios poéticos sobre temas de Horacio (1951) y Clarivigilia primaveral (1964). Para el teatro escribió Soluna (1956), Dique seco (1956) y La audiencia de los confines (1957), sobre la figura del P. Bartolomé de las Casas. Como ensayista escribió El problema social del indio (1923), Arquitectura de la vida nueva (1928), Carta aérea a mis amigos de América (1952) y Latinoamérica y otros ensayos (1968). Recogió una Antología de poesía precolombina (1966). En 1965 le fue otorgado el premio Lenin de la paz. En 1967, siendo embajador de su país en Francia, obtuvo el premio Nobel de Literatura.


3. El Señor Presidente.

Esta novela fue concebida como un cuento breve con el objetivo de publicarlo en un diario de Guatemala bajo el nombre Los mendigos políticos en 1923. No se pudo incluir en ese diario y Miguel Ángel Asturias siguió dándole forma aumentando sus páginas y completando el argumento. Pudo influir en su elaboración una tesis sociológica que escribió el autor y por la que fue premiado, El problema social del indio donde reflejaba la situación del pueblo guatemalteco. Esta parece ser la génesis de El Señor Presidente.

El señor Presidente es la novela de la deformación hiperbólica del poder político. Es difícil encontrar en la narrativa hispanoamericana o en la contemporánea una obra que represente de modo tan extraordinario y turbador la maléfica presencia del poder humano absoluto y su aniquiladora influencia.

Pasemos a desmenuzar la obra para analizar los aspectos más importantes.

3.1.Tema y argumento
Es El Señor presidente una novela-denuncia enmarcada en la Guatemala de principios de siglo que pretende ser testimonio de una época. Para acceder al argumento de la novela nos pondremos al tanto de la situación histórica del momento. En 1847, el conservador Rafael Carrera logra separar las “Provincias Unidas de Centro América”, unión formada por El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. La situación en este momento en Guatemala es de gran inestabilidad debido a la lucha entre liberales y conservadores, el nacionalismo y los golpes de estado. Tras los sueños progresistas de Justo Rufino, en 1898 comienza la presidencia de Manuel Estrada Cabrera. Éste someterá al país a un régimen autoritario y será acusado de crueldades con las clases campesinas y de haber entregado latifundios a extranjeros para su explotación. Finalmente es derrocado en 1920. Cuando se desarrollan los hechos el autor vivía su niñez y adolescencia, el narrador exterioriza el propio sentimiento de Asturias. Señala al respecto Alejandro Lanoël-d´Aussenac: “En ciertos aspectos, el autor ha cumplido el papel de espectador de la raíz u origen de su propio argumento, asumiendo a su manera y en concordancia con lo que ha vivido la función de narrador de los hechos. Ése es su testimonio.”

Esa historia real se fundirá con gran maestría con el tema argumental por lo que podemos hablar del carácter documental del argumento. Las crueldades sufridas por los habitantes de un país latinoamericano bajo una dictadura totalitaria, los abusos de poder, la violencia y el desprecio con las clases más desprotegidas forman el argumento de la novela. Así, harán su aparición la tiranía, las injusticias sociales, la explotación, la violencia y la corrupción del gobierno. El lugar físico donde se desarrolla la novela no es aclarado en ningún momento, pero se deduce que se trata de Guatemala. Ése es el tema expuesto en El Señor Presidente, un alegato a favor de los derechos humanos respaldado por un marco real.

Pero lo que vemos en la novela no es simplemente la historia de una dictadura. Es una demostración de lo que le ocurre al hombre cuando sus relaciones no pueden desarrollarse naturalmente; cuando, para sustituir a la unidad familiar o a la fe religiosa, sólo es posible la adhesión al Esta¬do, que se encarna en la persona de un loco.


3.2.Personajes.

Más que personajes concretos podemos señalar como protagonista importante a la personalidad colectiva, a la sociedad guatemalteca, sumisa frente a la individualidad de Estrada Cabrera. Éste, el Señor Presidente, es la figura central, despótico, tiránico y cruel. Sin embargo, es ésta la novela de la Dictadura más que la de un personaje histórico concreto. La figura del Señor Presidente encarna el poder maligno y perverso en un imperio absoluto y es una fuerza aniquiladora, demoníaca, mortífera, cruel y sanguinaria. El perfil del Señor Presidente es dibujado por la creencia popular pues su fabulación es la que crea esa imagen temible y caricaturesca. Además, se representa vestido de negro y con un rostro des¬carnado semejante a las representaciones populares del demonio. En algunas ocasiones aparece vulgarizado y degradado. El terror provocado por El señor Presidente es la identidad que configura el ambiente psicológico de toda la obra y le otorga su contenido dramático.

Existe una pareja central formada por Camila y Miguel (Miguel Arcángel o Miguel Cara de Ángel), ella es la hija de un general disidente que huye llamado Canales y él es el exprotegido del dictador. Ambos viven una situación dramática, Cara de Ángel por el amor de Camila pierde el favor del tirano. Cara de Ángel, desde el principio de la novela que se abre con el tañer de las campanas, se levantará contra su destino para afirmar su individualidad, pero será vencido.

Alrededor existe una compleja red de personajes secundarios envueltos en historias igualmente trágicas, en general aparecen una veintena de personajes. Todos los personajes conducen el hilo de la narración y son creados por una compleja elaboración, una rotunda descripción de los tipos populares, con su colorido y disparatado lenguaje. A través de los personajes, de su vida, su sufrimiento, sus dichas y esperanzas se va conformando el argumento de la novela y es ése su papel esencial.

La novela nos muestra un mundo de tinieblas que empieza de no¬che, con los mendigos de la ciudad durmiendo al amparo de los soportales; entre ellos hay un idiota, obsesionado por los recuerdos de una madre, respecto a la cual siente una eterna sensación de separa¬ción. El idiota, privado de las luces de la razón, capta, sin embargo, esta verdad subconsciente, y en su nombre mata al coronel José Parrales, poniendo así en movimiento la tortuosa red de críme¬nes que es la conjura. El dictador decide aprovechar esa muer¬te, no para castigar al verdadero responsable de ella, al que por otra parte matará un policía en un exceso de celo, sino para terminar con Eusebio Canales, de quien sospecha que le traiciona. Y el instrumento de la perdición de Canales será Cara de Ángel. Los mendigos son torturados, no para que confiesen la verdad de que el idiota mató a Parrales, sino para que sus palabras confirmen la locura del presidente. Los que no quieran compartir su paranoia como “el Mosco”, serán torturados hasta morir. Una vez eliminado el puntal de lo racional, los habitantes de la novela son víctimas de la sinrazón. Al igual que el idiota, los seres humanos y las cosas han sido separados de la matriz, y por eso se convienen en puros objetos que se usan y luego se tiran.

Ni siquiera los fieles se libran del castigo, ya que el irracionalismo se lleva hasta el mismo absurdo. Uno de los escri¬banos del propio presidente, dócil hasta la estupidez, es apaleado hasta morir por un pequeño desliz. Dentro de este contexto debemos examinar la rebelión de Cara de Ángel. Al enamorarse de Camila, la hija del general Canales, a quien permite huir, comete el más grave de los pecados. No sólo ha desobedecido al “Señor Pre¬sidente”, sino que se atreve a casarse con Camila, y por lo tanto a tratar de sustituir por una relación natural la que le une al presidente.

La segunda parte de la novela trata de la red en que cae Cara de Ángel, de la cruel ilusión que se le hace concebir cuando se le ofrece una posibilidad de escapar y de su lenta pérdida de la perso¬nalidad en un campo de concentración en el que se convierte en un simple número. Por fin muere cuando se le informa engañosa¬mente de que Camila le es infiel. Y el hombre responsable de su detención y de sus torturas es el comandante Farfán, a quien él tiempo atrás había ayudado a sobrevivir.

3.3.Estructura.

Ya desde el comienzo el propio título de la obra nos brinda la unidad consustancial que irá conformando los sucesivos capítulos, agrupados en tres bloques. Así, los acontecimientos se organizan en capítulos independientes con título propio y mediante ellos se da unidad al tema general de la narración, todos los capítulos están encadenados en torno a la idea central, la figura del presidente. El argumento describe una historia básica, la del dictador poderoso, personaje que subordina los capítulos, todos encadenados a través de los diálogos con el eje central. Los breves capítulos saltan de incidente en incidente, de persona a persona, sin más unidad que el miedo de todos al «Se¬ñor Presidente».

Todos los elementos de la narración giran en torno a un eje estructural condicionado por la dicotomía “vida-muerte”, en efecto, hay en el desarrollo del argumento una presencia del componente “muerte” que acecha sobre los elementos positivos como son la vida, la esperanza o la ilusión.

El tiempo se organiza con citas referentes al elemento temporal, pero no sitúan al lector en ningún momento especifico. La obra presenta un ritmo de capítulos breves cuya relación se marca a través de actos de violencia, injusticias, persecuciones y muerte, en un pequeño universo de tragedias personales en torno a las cuales gira el mensaje que Asturias quiso dar al argumento.


3.4.Estilo.

El Señor Presidente nos introduce en un mundo caricaturesco de una ciudad oprimida. La descripción es un arte elaborado con grandes resultados, es magistral la descripción del sórdido ambiente humano que se congrega en las cercanías del “Portal del Señor” en el Capítulo I o los repugnantes personajes de “el Dulce Encanto” del Capítulo XXIV. Asturias utiliza un procedimiento de caricatura, de exageración, de reducción de seres humanos al nivel de animales o de títeres para conseguir el efecto de una grotesca pesadilla. En el punto opuesto, la realidad se combina con la fantasía del autor para reflejar la idiosincrasia y las costumbres de los personajes. Existe un narrador que da forma y estilo al relato, se trata de un narrador observador que enuncia, pero que también introduce su fabulación.

Ya hemos hablado de la importancia de los personajes para ir dando forma a la novela, pues será mediante sus diálogos la forma en que éstos hacen presencia. Así, Asturias refleja el habla del pueblo llano, lleno de expresiones vulgares propias del ambiente suburbano, de neologismos de inspiración popular, localismos, diminutivos (...en el recuerdo de los pueblecitos que acababa de recorrer ..., vocablos arcaicos, onomatopeyas indígenas, apócopes, frases vigorosas e interjecciones. En efecto, Asturias aprovechó todas las posibilidades expresivas que le brindaron los modismos regionales. Todo ello aparece junto a una variada riqueza léxica, a recursos de carácter humorístico y a juegos semánticos y asociaciones de ideas para expresar ciertas realidades, además, la metáfora es básicamente la comparación abreviada de ideas fundidas en un pensamiento único. Destaquemos también el uso de la simbología y de la tradición mitológica indoamericana.

Podemos hablar, por otra parte, de la expresión plástica en el estilo. Hacen su aparición colores, aromas (“Penetraba la atmósfera el olor del suquinay...” , “Sin parecerse, se parecían; eran parecidas en el olor; olían a hombre, todas olían a hombre, olor acre de marisco viejo.” ) pero, sobre todo sonidos. Así, el vocablo, en algunas ocasiones, surge de manera espontánea por imitación del sonido o en forma de parloteo o ruido ininteligible: (“pepe, ropo, chu-pu la-pa” ), se usa para dibujar ideas en la mente del lector al igual que los efectos acústicos del ambiente y las alusiones a la música y al sonido: (“¡Tontoro-rón! Ya no quitaba la mano del tocador...¡Tororón-ton, tororón-ton!...” ), de hecho, el autor juega con estrofas típicas del folklore que ubican al lector en el ambiente deseado (“¡Dormite, niñito,/cabeza de ayote, que si no te dormís/ te come el coyote!” ). De esta manera, el efecto sonoro asume un carácter profundo. Así ocurre cuando, en el inicio de la novela, las Campanas llaman a la oración al iniciarse la novela, doblando un conjuro satánico que convoca la presencia de los pordioseros de la plaza. La luz también es un elemento importante: (“...maldoblestar de la luz en la sombra, de la sombra en luz...” ).

Es corriente encontrar errores sintácticos en los diálogos de los personajes y, en algunas ocasiones, en el discurso del narrador, adoptando las formas expresivas propias de la época. En este sentido, encontramos el cambio de la preposición “en” por la partícula “a” en los verbos de movimiento (meterse al casa, entrar a la iglesia). En definitiva, es el diálogo entre los personajes el modo principal de presentación y explicación, tomado en todos los detalles de la realidad y transcrito dentro de la escena con sus aspectos naturalistas y costumbristas. Los castigos crueles, los problemas reales, los ambientes naturales, las reacciones espontáneas parecen auténticas y nos llevan a hablar del valor testimonial de la novela.

Con la técnica descriptiva logró crear un estilo de novela social cuyos personajes se presentan nítidos a la comprensión del lector. Encontramos la descripción de los distintos escenarios, de los tipos sociales o del carácter individual de los personajes que brindan indicios sobre el lugar y la época y nos revelan costumbres y circunstancias sociales. También son frecuentes en el estilo de Asturias las digresiones al relatar los hechos o describir lugares y las consideraciones puramente subjetivas (el analista entiende algo que no está explícitamente declarado en el texto), además, Asturias recurre a una multitud de tropos literarios y recursos para profundizar en ideas abstractas.

Ciertas elementos tienen una significación especial, así, el burdel El dulce encanto sustituye al amor, la cárcel se convierte en el único lugar en que los hombres pueden comunicarse y el sueño es la única zona de libertad en la que conocen la verdad sobre sí mismos. Además, fuera de la ciudad está “el campo”, un lugar de esperanza, el valle idílico en el que Camila y Cara de Ángel pasan su luna de miel, donde el padre de la joven se refugia y empieza una revolución, donde ella, finalmente, se oculta para criar allí a su hijo. El Señor Presidente oscila así entre la ciudad y el campo, entre la pesadilla y el sueño y entre las tinieblas y la luz, contrariedad antiquísima y legendaria que tiene eco en los mitos latinoamericanos y, de un modo más concreto, mayas.

En algunos capítulos se leen párrafos difíciles de entender por a la alteración del orden lógico de la frase.

Alejandro Lanoël-d´Aussenac, en su introduccion califica a El Señor Presidente de novela utrarrealista: “es evidente en los pasajes que describen las atrocidades sufridas por los prisioneros políticos de régimen, el ambiente sórdido de la cárcel, la vida cotidiana en los prostíbulos y la ordinariez de los personajes que habitan esos antros” .

4. Conclusión.

Al leer la novela se percibe el claro sentido de denuncia contra la crueldad de los gobiernos autoritarios, asistimos a una novela-protesta elaborada a través de la fantasía y del lenguaje.

El análisis textual revela un compromiso con la historia, pero no se dejan de lado las formas surrealistas y poéticas de la ilación argumental de Miguel Ángel Asturias. Sin embargo, son muchos los factores reales del panorama político social y pone en evidencia circunstancias presentes en la historia latinoaméricana. Se nos presenta, así como innovador de las letras americanas por su originalidad.

Por otra parte, la novela nos ha planteado algunos problemas de comprensión debido al estilo oscuro del que hace gala Asturias en algunos pasajes de la obra.

5. Bibliografía.

-Edición manejada:
ASTURIAS, Miguel Ángel: El Señor Presidente, ed. Alejandro Lanoël-d´Aussenac, Madrid, Cátedra, 1997.

-Bibliografía crítica:
GOIC, Cedomil: Historia y crítica de la literatura hispanoamericana, Barcelona, Crítica, 1988, vol. III. (Época contemporánea). pp.341-371.
FRANCO, Jean: Historia de la literatura hispanoamericana, Barcelona, Ariel, 1987, vol. II. (A partir de la independencia). pp-307-311.

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